Esa voz en tu cabeza
Bueno, resulta que Goddess Vybz no es solamente una playlist para acompañarte el día. 🤭 Estoy acá para hablar de algo mucho más importante: esa voz en tu cabeza. ¡Ya sabés de quién hablo!
Uno de los mayores desafíos que veo en quienes aprenden idiomas es su propia voz interna: esa voz fuerte y molesta de la autocrítica. Y me parte el alma. 💔
Idealmente, el lenguaje es una forma de comunicación, nos acerca a lxs demás y a nosotrxs mismxs. Incluso puede llevarnos de viaje por el tiempo y el espacio. Nos ayuda a jugar con ideas y entender emociones a través de metáforas pintorescas, poesía desgarradora y letras de canciones pegadizas.
Nos conecta con gente del pasado y nos permite explorar mundos mucho más allá del nuestro… mundos que tal vez ya no existan… o que nunca existieron. Incluso podemos inventar idiomas si realmente queremos. Un dato poco conocido es que J. R. R. Tolkien no escuchaba realmente a los Elfos hablar mientras escribía El Señor de los Anillos. 👀 Simplemente inventó sus propios idiomas élficos y los puso en mundos hermosos llenos de personajes coloridos.

¡Y así tiene que ser! ¡Para eso está el lenguaje!
Increíble, ¿no? Como especie, tenemos la bendición de tener el don de la palabra.
Pero para muchxs, estudiar un idioma nuevo —o, ya sabés, usarlo realmente frente a otras personas… personas humanas, ni hablar de elfos (😱)— puede ser bastante estresante.
Podés sentir que estás rindiendo un examen y que tu valor como persona depende de cómo conjugás los verbos y recordás vocabulario. 🙈 ¿Te suena? ¡Lo sé! ¡Yo también estuve ahí!
Me mudé a Argentina con apenas un año de español de secundaria encima y decidí —¡agarrate!— estudiar Antropología en la universidad. Sí, todavía me acuerdo de esa “única” vez que me quedé despierto toda la noche. Fue para escribir un ensayo para un examen de Economía, y estaba obsesionado con que todos mis adjetivos concordaran en género y número con sustantivos como el proletariado y la burguesía.

En fin, lo que vinimos a charlar es esa voz en tu cabeza. Te comparto una frase rapidito. Es una pregunta que escuché hace un tiempo y que todavía me resulta muy útil:
“¿Querés ser perfectx o querés ser libre?”
No es una pregunta retórica.
Tómate un minuto para contestarla si querés.